de cambios

NOSOTROS Y EL CAMBIO
(CAMBIANDO NOSOTROS, SIN QUERER)

Del octavo piso se ven solo las nucas de la gente rara que invade el centro.
Vivir en santiago es raro, y más lo es vivir en el centro.
Es verdad lo que decia la macarena que la gente no se saluda ni en los ascensores.
No conozco a mis vecinos y ellos al parecer no estan ni ahi con conocer a su nueva vecina siempre amanecida.
Los conserjes no han olvidado que en sus tiempos la gente era cordial y se sacaba hasta el sombrero. como mi abuelito josé que mostraba su pelo peinado brillantemente al limón.
La gente del edificio de enfrente se ha transformado en mi nueva perturbación-obsesion.
Y no solo porque hacen su vida frente a la mia cortinas abiertas y vidas abiertas, sino porque una luz permanece encendida hoy cuando son las 4 y 24.
Leí recién donde Roberto que suele suceder que las redes a veces se humanizan.
También prefiero tener en lo mismo.
En que a pesar de vivir en una ciudad rara, nomáde, humeante y laberíntica.
La gente se encuentra.
Se encuentra el dolor, la risa, la pereza y el quehacer.
Prefiero mantener la idea de hincarle los dientes, y dejar de ser fiera temerosa a las 4 y 26 dejando de plasmar un poco de humanidad...

El decir algo es más humano cuando se siente.