Días de Independencia

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Yo creo que cuando Fuguet escribió Se arrienda, nunca captó las implicancias futuras, que tendría esa pequeña obrita. Uno nunca las tiene cuando hace pequeñas cosas grandes. Claramente es una de mis (nuestras) pelis favoritas, referidas, autoreferenciadas, criticadas y amadas, todo de una vez. Hablaba de independencia mientras dialoga con un no-triunfador, uno de esos tantos que viven bajo nuestras epidermis. A mi ÉL siempre me dice que yo no soy de ésos. ÉL no sabe que mi secreto es que nunca me identifiqué con la Lewin -la chica de la peli-. Más con el de la L en la frente. Más con los fracasos reales y las pérdidas que no lo son. Más con los sueños hechos trizas y el volver a empezar. Más con la carne que con el algodón rosado.

Han pasado cosas bizarras en mi mundo paralelo aquí en Stgo. Y se entremezclan escenas de la peli.

El nombre, me (nos) siguió toda la semana atroz. Primero oficialmente me independizo. Cero lazos consanguíneos, un par de visitas esporádicas, telefónicas y ya. Él y yo nos vamos a la madriguera liliputense que arrendamos. Claramente no es una sabana de jirafas pero está bien por ahora. Espacialmente un microambiente pero mío y de ÉL.

Pasamos por una serie de etapas selectivas donde lo bizarro se transfotmó en alegoría. Nos miraron, prometieron llamarnos y lo hicieron. Después de brusquedades, casas embrujadas de muros pintados de moho, miradas de reojo a las lonas de Él y aprobatorias al ver nuestras prominentes carreras (entre-comillas) y mi pelo-lais.

Tras aplanar las calles capitalinas, el depa estaba más cerca de lo que buscamos. Ahí vamos a esconder nuestros secretos por separado. A vivir en pequeño de qué se trata ser grande.

Ahí vamos. Ya era hora.