Al otro lado del vidrio del vagón me miraste con ojos tristes antes de caer bajo los rieles de la sonrisa de ella. Yo mordí una de las gomitas verdes de eucaliptus que compré por una moneda a una puber de pelos coloridos. Cuando reí cómplice de imaginar tus brazos en mi cintura, la placa superior se desprendió y me acordé de no haber comprado el pegamento que promociona la actriz buenamoza en la tele. Fue ahí cuando me di cuenta que estaba perdida entre la multitud de humanos pegoteados y aplastados en el subterráneo. Fue justo ahí cuando el guardia del metro con su espada láser me dijo que tenía 80 años y que mi nombre era Isabel. Fue justo ahí cuando me di cuenta que estaba sola y que noche no llegaba a casa a darle merienda a los mininos.
domingo, 12 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Diseño e iconos por N.Design Studio | A Blogger por Blog and Web
No hay comentarios.:
Publicar un comentario