miércoles, 13 de abril de 2005

Sola en multitud. Historia de un Uno de Abril.

Doce del dia. Estacion Mapocho.
Ruso llegaria con sus companeros desde la U a las diecinueve.
Requisito: Amistades pronto.
Mire alrededor a ver si uno se animaba a conversarme. Aplicacion de la tecnica de la provinciana. Una pareja de Conce. Iguales a mi en lo perdidos y fanaticos. Un par de monedas y unas cervezas de bienvenida. Temprano el sabor no tiene mucho merito.
Dos personajes mas. Toms nos sacaba pica a todos porque tenia la entrada gratis. Venia con dos chicas preciosas que eran pareja. Lindas las dos. La Laura angustiada me pega la lata que el pololo no llega. Y si. Son diecisiete lucas. Ya va a llegar.
La fila mutante. Y todos alternativos. Antisistema. Y la tele. Y a todos se les olvida lo under y quieren mandarle saludos a la mama. Y yo que sigo sonando que veo a Molko. Solo vi al gil que se dice "igualito a". Si ese mismo. El cabro de diecisiete que salio en Terra. Y pasan las horas y el sol. Nada de la lluvia augurada el dia previo. Kilos de maquillaje derritiendose bajo el sol imperturbable. La venta de cintillos, chapitas, imbunches mostraba las hilachas de los mas huasamacos -como yo- Y viene Tomas con vodka naranja y papitas. Lindo el.
Y pronto son las dieciseis. Y la prueba de sonido. Y los acordes de Taste in men. Y se me crispan los pelos. Un par de metros alla estaban ellos... Desde Cobain, Corgan y Keenan que nada me movilizaba tanto. Y de pronto Su voz. Casi lloro. Y la guerrilla por la mejor ubicacion en la fila. Y quedan seis horas todavía. Y la fila se abulta y el sabor a tierra. La ausencia de comida. Y todos de pie. Y de pronto es el. El pololo de la Laura. Y me matan sus ojos su risa y sus palabras. Maldicion. En regiones no hay tipos tan bellos. Estoy que le robo un beso. Y me habla y lo miro. Efecto placebo al fin y al cabo.
Diecinueve y un cuarto. A correr se ha dicho. Las puertas abiertas. Y a codazo limpio llego a la reja frente al escenario. Y se siente el sudor el hambre y la emocion ajena. Nada me importa. Ni los desmayos vecinos. Ni los auxilios por la falta de agua. Mil quinientos kilometros ya no se sienten. Y ya son las veintiuna. Cuenta regresiva. Me perdi de los de Conce, la laura y mijito y tomas de Annabis. Las bellas tambien. Sola en multitud. Ocho mil y tantas personas esperando beber el caliz.
Y se apagan las luces a las veintidos diez. Puntualidad britanica.
Sin interpretes secundarios. Ellos yo y mis lagrimas posteriores.
Pense que Murphy haría de las suyas. Pense que no llegaba. Y aqui cantando a coro con Bryan, Steve y Stefan. Viviendo la musica que me acompana en llanto y carcajada. En vivo.
Porque bueno o malo la vida pesa mas. Y remueve entranas.
Y sola, moreteada, vulnerada en ciertos estratos corporales, me devolvi feliz.
No importo la hora y cuarenta que tocaron.
No importo faltar a la fiesta post show.
No importo que Ruso estuviese atras esperandome.
Tocaron para mi y eso basta. El resto tambien puede decir lo mismo.
Solo que sin la pega de los mil quinientos kilometros en el cuerpo.

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