Y sin Discernir, Ella se Enamoró también
Le dicen al juez que no tiene Discernimiento. Qué está loca de atar por amar a uno de diez. Diez años menos. Y ella con el maquillaje perfecto y el carisma criminal, les sonríe a todos los que no leyeron el Niño que Enloqueció de Amor, de un escritor de un país angosto del sur. Y se encamina al estrado mirando a los verdugos con Su mirada demonio-aguamarina. Y se ríe porque amó. Porque ilegal, probó el fruto virginal de uno de los que no podía.
Y se ríe de todos los que claman sangre. Porque no siente culpa.
Se ríe porque Bien o Mal, fue capaz de amar.
Porque se cortó las alas. Sin arrepentimientos.
Y en el patíbulo espera la sentencia.
Total, ya no queda vida.
Después de hacer probado el bocado mortal.
Ponzoña de la fuente de la inmortalidad.
La fuente de la juventud en los labios de uno de 14 años.
Amor que en el papel es Lascivia o Felonía.
Y perfectamente etérea, demoniaca, se ríe de todos.
Porque sabe.
Se sabe culpable.
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