[
Con Tinta Sangre del Corazón]
Después de un par de veces con los pinceles en las manos, las manos oleosas y la tela en blanco, vi que todo en mi mar de ideas no se llevaban en concreto y entonces lloré. Clamé furiosa por la concreción y la racionalidad en las formas, que yo no llevaba a cabo. Y colgué las brochas. Y no pinto más. Y los dibujos se fueron recreando y desdibujando a si mismos en letras, diagramando frases y coloreando idearios amargos. Y entonces lo empecé a leer a Él. Y todo me cuadró. Todo volvió inequívocamente a ser.
Me sentí igual de loca y quise serlo más. Entendí cuando escribía frases egomaniacas y se autodivinizaba. Y quise ser más sana y más loca para leer el mundo y pintarlo, escenificarlo libre. Inocente y ambicioso. Lúcido y loco. Genio y Payaso. Belleza y bestialidad en las búsquedas. Lo ireconciliable en Él cobró sentido. Y el Surrealismo de soundtrack y justificativo. Y lo miro con ojos grandes. Lógica sin tiempo ni sentido. La lógica que traen consigo los sueños. Lógica de la vida tapizada de realidad. 
Ni tanta teoría. No sé tanto de artes. Ni tanto de letras. Vida o Muerte. Pero sé de realidades. De Mis realidades bifurcadas. En mi mundo no se derriten relojes, ni llueven hombres con abrigos. En el mío las cosas duelen a veces. Se pintan de gris cuando son de colores. Y hay personajes que oscurecen las escenas. Pintan los cuadros de tonos macabros. Con olor a flores muertas.
Mientras a la vez, tras la pantalla y en paralelo me hablan desde el lugar donde vive el Silencio. Donde un murmullo es capaz de aterrizar cuando me voy yendo al valle de las Lágrimas. Y con los dedos entintados les miro la cara de frente. Y les pinto un asterisco escarlata en la frente. No me leen en ruso, no operan de musas, me cantan en inglés y sonifican mis pasos.
Mientras, tengo mi sana locura publicada en un blog y un gato bípedo del otro lado de la pantalla.
Trampas para atrapar a los que entienden todo al pie de la letra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario