viernes, 6 de enero de 2006

En pedir NO hay ¿Engaño?

Me piden.

Que vista normal de lunes a jueves, que trabaje en el turno de 4 x 3, en la mina. Que me compre jeans, porque las chapulinas, las rayas y el negro no van con la psicóloga pelirrubia que debo ser. Me piden. Que trabaje 12 horas y que la sonrise pep ilumine el gris desierto que se burla de mis bototos de seguridad. Me piden. Me piden que me vaya bien y que destaque en esta oportunidad grosa que siendo mujer de apellido sin tantas doblevés ni escudos familiares, ni parcelas en el sur, tuvo la patudez de obtener. Es tu oportunidad de la vida y te la estas jugando me dicen en casa. La con futuro. La que lo merece.

Me siguen pidiendo. De las casas comerciales me piden que pague el dia treinta cuando aun no se de donde cresta saco las lucas. Me piden. Que me compre un notebook para que mi trabajo sea mas profesional. Y para que el Vargas no suene tan común ante los gringos, cuando me aprueben los proyectos. Me ofrecen que haga la tesis arriba [en la mina] y que arruine mi vida sociosentimental, por un par de pesos que me garantizan la psiquis atormentada los labios y manos resecos y un bello porvenir en el mundo metálico. Y me piden. Mi vieja me pide que vaya a Misa y que le diga a tata Dios gracias por cuidarme de las tronaduras y los viejos ultra frescos que juran que yo creo que me miran los ojos nomás.

Me piden.

Pido.

Bajo el jueves [ayer] y pido torta de frambuesa, porque veinticinco años tengo desde el 4. Y el cuarto de siglo se me va notando en parráfos agridulces como éste, en la sensación de desierto en mi guata y en que cada vez que pienso en marzo a diciembre me brotan un par de lágrimas huérfanas... Él se va, y Yo me quedo. Me quedo a 3300 metros sobre el nivel del mar. Forjando un futuro promisorio como debe hacerlo una chica media, cuyos papás brillan cda vez que hablan de ella.

Me piden.

Que sea más grande de lo que soy.

Lo malo, no conocen mi alma pequeña.

No hay comentarios.: