sábado, 24 de septiembre de 2005



Te acercaste furioso y urgente. Salivante ante la presa. Yo Presa. Ella había partido antes del último brindis por Ella, tu mujer como dijiste. Ella. Por tu compañera de seis años. Y apenas volviste, retornaron tus ojos a mi escote. Y te olvidaste de los cabellos rubios de Ella y quisiste perderte entre los míos. Y yo no ví, que entre los telones de carbón y nicotina, tú ya venías planeando el arribo violento. Y desprevenida me atacaron tus dientes en el pasillo. Y te sentí demonio con freepass al infierno. A tu infierno de relaciones truncadas. Perdones de mentira. Y reconciliaciones que no lo son. Yo no estoy en tu sintonía te dije. Me bajó la psicología mal aprendida y en vez de volarte los dientes en un golpe seco, que sí sé dar, te dije un solo No firme. Y no me escuchaste. Y me tomaste firme, dispuesto a irrumpir mis palabras, y borrar todas las polaroids que celebraban nuestra ""amistad"". Estabas dispuesto a todo y te daba lo mismo. Hasta Yo te daba lo mismo. Y clamando auxilio al patio, te di un solo empujón violento. No caíste al piso. Caíste del pedestal que te tenía. No escuchaste cuando te dije Para Yo Soy feliz. Cuando te conté que en la micro diez había partido mi llave al cielo presente. No escuchaste cuando te hablé de Ella. No escuchaste. Y como no escuchaste, te partí la cara con el segundo No. Nicanor Parra escribió ""Si los huevones volaran, pasaría nublado"" Hoy escribo esa frase pensando en tí. Mientras hago trizas los momentos kodak y las poses de catálogo. Amigo.

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