lunes, 23 de agosto de 2004

sin respuestas

Caminaban dos angeles por la senda que llevaba a un abismo inmenso impenetrable.
El mas poderoso queria probar cuan grande era el amor que su devota sentia. Dispuso de una senda oscura y estrecha que en conjunto debian sortear. A su vez el angel amaba silenciosamente a la discipula y temiendo represalias guardaba el sentir dentro de sus alas.
La mujer angel seguia fielmente aunque las fuerzas hubiesen muerto, desconocia el real objeto de la travesia y creia erradamente que era una mas de tantas pruebas para tener la venia divina.
Error fatal.
El, mas fuerte y luminoso dijo a la de alas tenues -caminemos hasta donde la bruma espesa nos haga invisibles- Y ella que seguia cada palabra, camino y camino, dando pasos cortos temerosos e inseguros.
Casi al llegar al abismo el angel de alas poderososas vio a su pequeña discipula extenuada, y en cuanto la quiso tomar en sus brazos, en un soplo de respiracion contenida durante tantas horas ella dijo -la bruma espesa es la sangre que verti al seguirte-
Desconcertado el de las alas de fuego busco entre sus alas las palabras justas para gritar en lo alto el amor que por ella sentia. Y detener su clamor.
La gesta fue insufrible cuanto mas buscaba lo que debia decir en ese momento mas denso se volvia el aire. Sabia a sangre. Caminaban uno en brazos del otro, la bruma se hacia mas densa. Y el clamor cada vez mas silencioso.
Ya sin fuerzas sintio que una de sus alas caia. Luego la otra. Y mas tarde el cuerpo de la mujer se perdia entre la bruma junto con sus propios ojos.
Ambos callaron en silencio.
Ambos se pierdieron en el otro sin decir mas que silencio.
Ayer pedi silencio
Ayer cuando las palabras me ahogaban
Hoy no mas...
Hoy ruego por santas palabras que me quiten tu espalda de enfrente...
Sin explicaciones...
Solo voces.

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